No perderé el tiempo hablando de
Ciudadanos.
El PP no es ni ha sido nunca
oposición para la izquierda.
Ha sido y es competidor en la
carrera por ocupar puestos de poder con las prebendas que reporta.
Pero el PP, cuando ha relevado
a los socialistas en el gobierno, no ha derogado las leyes inmorales,
persecutorias y sectarias del PSOE.
Leyes como las del aborto,
violencia de género, memoria histórica. Leyes que promueven la ideología de
género, el feminismo, las reivindicaciones LGTB, la discriminación lingüística
en perjuicio del español, etc. Todas ellas han sido conservadas y aplicadas -cuando
no agravadas- por el Partido Popular. Tanto con José María Aznar, como con
Rajoy.
No solo eso, sino que El PP no se
ha atrevido, o simplemente no ha querido, privar de subvenciones a las
asociaciones que fomentan esas prácticas inicuas amparadas por la ley. Ni
siquiera ha tenido la ocurrencia, el valor o el deseo de tratar de
contrarrestar todo ello haciendo propaganda en sentido contrario. Por ejemplo,
a favor de la vida del no nacido y del matrimonio.
El PP no ha tomado las medidas
contundentes necesarias para erradicar la inmigración indiscriminada e ilegal.
No sea que le llamen racista o xenófobo. Tampoco para acabar con la ocupación
de viviendas y endurecer las penas contra todo tipo de delitos. No vaya a ser
que les llamen fachas.
Ha cedido a los separatistas
competencias que ni los mismos socialistas llegaron a otorgar. Pero no es de
extrañar, porque el PP es entusiasta del régimen autonómico. No en vano las
autonomías son magníficas agencias de colocación laboral de amigos y votantes
cautivos.
El PP ha “resuelto” el gravísimo
problema de la sedición catalanista, propiciando la vuelta al poder de los mismos
partidos secesionistas promotores de la insurrección.
El PP, al igual que el PSOE, no
ha reformado el poder judicial para que sea independiente. No ha dejado de
subvencionar a los partidos, sindicatos y patronal. No ha reducido el gasto
político.
El PP no es un enemigo para la
izquierda porque no supone ningún obstáculo a la corruptora agenda ideológica social-comunista.
Cuando la izquierda sustituye al PP en el poder no tiene más que retomar esa
agenda donde la había dejado y seguir desarrollándola. Con la ventaja para
ellos de que, mientras tanto, los efectos nocivos de sus depravaciones
ideológicas han seguido calando en la sociedad porque el PP no ha hecho nada
para evitarlo.
Ha tenido que surgir Vox para que
la izquierda se muestre tal cual es: violenta y totalitaria.
Con el PP no era necesario. Lo
tenían domesticado. La izquierda española sabe que el Partido Popular, al igual
que ella, es lacayo servil de los mandamases del Nuevo Orden Mundial que trata
de destruir el orden natural.
Pero Vox ha prometido que va a
derogar todas las leyes social-comunistas que mantuvo el PP, desmantelar los “chiringuitos”
de la izquierda, recortar el gasto político, reformar el sistema autonómico, controlar
la inmigración, expulsar a los “okupas”, ser implacable con los delincuentes, ilegalizar
a los separatistas, defender la soberanía española en Europa…
Vox ha prometido no solo frenar,
sino desbaratar todas las “conquistas” de la izquierda y reconstruir una España
con sentido patriótico, con sentido moral y con sentido común.
Y todo esto la izquierda no lo
puede tolerar.
La izquierda sabe muy bien
cuál es el adversario a abatir. Por eso las piedras en los mítines, las
amenazas de ilegalización, los “cordones sanitarios”, la acusación de fascistas
y terroristas peligrosos para la democracia y hasta para la vida de los “demócratas”
no se dirigen al PP sino única y exclusivamente a Vox.
La izquierda lo tiene claro. Los que
apoyan al PP para oponerse al triunfo de la izquierda, no. Pierden el tiempo y
malgastan su voto. Si quieren detener y hacer retroceder la revolución
social-comunista-separatista, ahora mismo la única alternativa viable es Vox.
José María Permuy
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